jueves, 29 de enero de 2015

Nueva Novela

¿Alguna vez has sentido esa extraña sensación de rozar el cielo? ¿De poder con tus manos tocar el alma de las personas, de conseguir lo imposible, o de sentir la presencia de la distancia? En cualquier caso, tienes que adentrarte en mi nueva novela. Cargada de emotividad y muy sentimental, donde te sentirás como tocando el cielo, más bien rozándole. ¿Serás capaz de por lo menos intentarlo?

domingo, 25 de enero de 2015

CAPÍTULO 7 de "Enséñame a pensar".

CAPÍTULO 7
“La grabación”
Sara que no había bajado a desayunar porque se encontraba mal, se quedó pensando en lo que había pasado con Ángela. Ella sabía perfectamente que a Ángela la habían matado, es más, sabía exactamente cómo y por qué. Lo único que no sabía era quién la había matado. Su habitación se encontraba al lado de la de Ángela y escuchó todo lo que pasó porque eran las únicas habitaciones que tenían una puerta comunicante en el armario de ambas. Empezó a pensar quién y porqué la habría dicho eso. Recordó todo, se ayudó un poco de la grabación que tenía, pero no podía averiguar de quién de ellos pertenecía la voz.
Recordó que todo empezó con un
“-¡CÁLLATE LA BOCA, LA VAS A CAGAR!”
Y continuó de la siguiente forma:
“-¿Has besado ya a Omar? ¿Sabes que no se tiene que enterar de nada? ¡Tienes que hacerle creer que le gustas!
-¡Estoy hasta las narices! ¡Sabes que con Omar me llevo genial! ¡NO LE PUEDO HACER ESO! ¡Le engaño a él y me engaño a mí misma!
-¡Eres imbécil! Tienes que seguir engañándole, que no sospeche ni él ni nadie de lo que ha pasado, ni de lo que va a pasar. ¿Te queda bien claro? ¿O te lo marco en la puta frente?
-¡Tú a mí no me tocas! ¡Desgraciado!
-¿Cómo qué no?
Se oyó como Ángela intentaba huir de aquella persona tan misteriosa, no se oía su voz, se entendía perfectamente que la había tapado la boca. 
Por el pensamiento de Sara, llegó la parte que a ella más la dolió y por la que por miedo, no pudo salvar a su amiga.
Aquel tipo tiró a  Ángela sobre la cama, abuso de ella. Después la mató, diciéndola:
-¿Ves esto? ¿Hija de puta, lo ves? ¡Si me hubieras echo caso, no te tendría que matar!
-Por favor, no lo hagas. Te lo pido por favor, no cuento nada.-dijo su amiga.
-¡Habértelo pensado antes! ¡ZORRA! “
Sara lo tenía claro: se trataba de un chico. La forma en la que éste la insultaba y ella hacia lo mismo con él, era indudable. Uno de sus amigos, era un asesino. Despejó inmediatamente a Omar, porque en la conversación, el chico quería ver sufrir a Omar y usó a Ángela como aliada.
Sin pensárselo dos veces, Sara se levantó de su cama y se dirigió hacia la habitación de Omar para contarle todo lo que había oído. De camino a la habitación de su amigo, se encontró con Darío.
-¿Dónde vas Sara? Apenas hay desayuno.
-No ,no voy a desayunar. Me encontraba mal. Solo quería ir a hablar con Omar, a ver qué tal se encontraba.
Darío se acercó a Sara, la cogió la mano.
-Sara, Omar ha muerto.
-¿Qué? ¿Qué me estás diciendo?
-Sí.
Darío empezó a contar a Sara todo lo que había sucedido la noche anterior y como habían encontrado el cuerpo de Omar sin vida.
Sara se llevó las manos a la boca y empezó a llorar desconsoladamente. Dejó en mitad del pasillo a Darío y se dirigió hacia su cuarto. Cerró la puerta de golpe. Levantó la mirada, no daba crédito a lo que veían sus ojos, en una esquina de su habitación estaba él, el asesino de Ángela y Omar.
-¿Tú? ¿Tú has matado a Omar y Ángela?
Aquel chico se rió de forma malvada y repugnante.
-Nunca pensé que fueras tú. ¿Por qué, por qué les mataste?
-Me deben muchos favores.
-No me lo puedo creer. No pensé que tú serías capaz de hacerles esto a tus propios amigos.
De repente, aquel hombre sacó de uno de sus bolsillos del pantalón la radio con la que Sara había grabado lo ocurrido entre él y Ángela.
Sara se puso nerviosa, sabía perfectamente lo que eso significaba.
-¡Ves lo que le ha ocurrido a Ángela! ¿LO VES?
-Sí, si lo veo.
Sara intentó abrir la puerta y largarse. Pero aquel chico fue más rápido que ella.
La ató las manos y los pies, la tapó la boca con 2 metros de cinta aislante. Empezó a arrancarle la ropa, la tiró contra la cama. Forzosamente abusó de ella.  Al igual que lo había hecho con Ángela. Posteriormente sacó el cartel que se le cayó a Yoli encima de la cabeza y que Ángela tiró al lago y con la punta de hierro saliente de éste , agujereó la cara de Sara. Acabó con la vida de una amiga más.

Seguidamente llamaron a la puerta, era Darío. Aquel misterioso hombre, no sabía qué hacer. Recordó por dónde había entrado y salió por el mismo sitio. Por el armario que comunicaba a la habitación de Ángela. El picaporte empezó a moverse, la puerta se abrió.

martes, 20 de enero de 2015

CAPÍTULO 6 de ENSÉÑAME A PENSAR

CAPÍTULO 6
“¿Asesinato?”
Aunque todavía la versión de Darío era un poco increíble, poco a poco se fueron atando los últimos cabos que quedaban. Helena, Cleo, Rocío y Darío decidieron esperar al día siguiente para contar a sus amigos que ya eran otro menos. Las chicas estaban deseosas de contarlo pero Darío las puso diversas excusas porque él sabía que uno de los intrigantes de aquel grupo le había matado y muy seguramente la primera persona que menos le echara en falta sería el culpable. Los 4 se fueron a dormir y en unas horas amaneció.

Darío fue el primero en levantarse, quería ver la cara de todos y así averiguarlo. La siguiente fue Cleo que aprovechó la ocasión para charlar un rato a solas con Darío. Cleo, que su habitación estaba situada al lado de la de Darío,  al oír a Darío meterse a la ducha decidió levantarse rápidamente y aprovechar ese ratito con él, aunque solo fueran unos minutos. Sucedió tal y como Cleo deseaba. Cuando se aseguró de que Darío estaba ya en la parte de abajo, minutos después bajo ella. Darío estaba recién duchado y solamente llevaba puesto una toalla blanca a lo largo de la cintura.
-Buenos días Darío, ¿te veo muy fresco, no?
Se intercambiaron miradas y éste la sonrió y echó alguna que otra carcajada.
-Sí. No he podido conciliar el sueño y me apetecía darme una ducha antes de hacer frente a este día. Si te incomoda me voy enseguida a vestirme.
-¿A mí? Para nada. Así estás perfecto.
-Gracias Cleo,  ¡Ah! Buenos días.
Darío se acercó a Cleo y la dio un beso en la frente.
-Dicen que la espera merece la pena.
-Pues van a tener razón. Por qué no todos los días se despierta una con un beso en la frente.
Los ojos de ambos se cruzaron entre sí y en sus bocas se dibujaron sonrisas.
-¿Qué tal te encuentras?
-No lo sé. Omar y yo nos llevábamos tan bien, que me es un poco difícil no poder verle.
-Te he oído llorar toda la noche.
-La verdad es que no he parado de llorar. Ocurrió todo tan rápido y lo peor es que podía haberlo evitado de no ser por la idiota de Rocío.
-¿Rocío? ¿Qué hizo?
Darío se quedó en blanco, no sabía que contestar. Sabía perfectamente que diciéndola la verdad a Cleo, ésta lo pasaría mal porque conocía a la perfección los sentimientos que Cleo tenía por él.
-Em… Bajo a la cocina y me estuvo entreteniendo con sus cotilleos de siempre.
Cleo se acercó a Darío y le agarró de la parte de la cintura donde no había toalla.
-Bueno no pasa nada. Tú no te culpes por eso. Yo también creo que alguno de nosotros en un asesino.
Darío que estaba preparando huevos fritos para toda la panda, al notar las manos de Cleo sobre su piel, sintió un cosquilleo que le invadió por todo el cuerpo, giró su cabeza, dejo de mirar fijamente a la sartén, y quiso besarla, pero sabía que no podía engañarse a él mismo ni hacerla creer que podría haber algo entre ellos dos. No podía, Rocío todavía seguía en su cabeza.
-No seas tonto. Hazlo sin miedo.
-No, no es por eso.
-¿Entonces?
-No quiero que pienses que… podemos… llegar a algo. Porque no es así.
Cleo inmediatamente después de oír aquellas palabras tan duras y difíciles de entender para ella, se marchó sin decir nada.
A Darío se le quedó un sentimiento de culpa, y pensó que no debía ni haberlo intentado sabiendo que Cleo se moría por sus huesos.

Cleo con lágrimas es su claros ojos, subió deprisa y corriendo las escaleras y al llegar a su habitación, escuchó gritos procedentes de la habitación del fondo, la habitación de Helena y Diego. Se secó las lágrimas con su camisón, y apresuradamente y silenciosamente se acercó a la puerta de éstos dos y puso la oreja.
-Eres una sinvergüenza. ¿Cuándo pensabas decírmelo eh? ¿Cuándo?
-¡Para! ¡No me pegues por favor te lo pido! ¡Diego por favor!
A Cleo la entraron unas ganas tremendas de entrar y parar aquella fuerte pelea que estaban teniendo sus amigos, pero decidió escuchar un poco más y así averiguar el porqué de la pelea.
-De verdad, Diego, te lo pensaba decir en cuanto tuviera la ocasión.
-¿Cuándo? ¿Cuándo? ¡ZORRA! ¡Vete con él!
De repente se oyó un golpe en aquella habitación, Cleo se llevó las manos a la boca y no pudo intervenir porque oyó que unos pasos se acercaban a ella y echó a correr a su habitación. Cuando Helena salió, Cleo ya estaba en su cuarto.
Con muchos nervios, casi tiritando, Cleo se sentó en la silla que se encontraba al lado de su cama. Empezó a pensar en Helena y en Diego, con quién podía haberle engañado a Diego y quién había dado ese golpe. Sus pensamientos se disiparon en cuento llamaron a la puerta.
-¿Quién es?
-Soy yo, Darío. Sé que no es oportuno pero necesito hablar contigo.
-Espera, ahora abro la puerta.
Cleo se calmó un poco, se peinó un poco el pelo con sus manos, cogió las llaves y abrió a Darío.
-¿Qué quieres Darío? No me apetece verte, de verdad.
-Lo siento Cleo. Respecto a lo de antes no era mi intención besarte, pero soy un tío y enseguida me dejo llevar. No quiero que te confundas. Sé lo mucho que me quieres pero…
Cleo se llevó las uñas a la boca y comenzó a mordérselas.
-Ya lo sé… Se nota un montón que sigues por Rocío y que aunque yo quiera, entre nosotros dos no va a pasar nada…
Darío la abrazó.
-Lo siento Cleo. No puedo elegir de quien me enamoro, ni puedo controlar mis sentimientos. De veras… Discúlpame.
Una lágrima cayó por la mejilla de Cleo, que enseguida fue secada por las manos de Darío.
-Si quieres baja a desayunar, están ya casi todos en el comedor.
-Vale. Me visto y voy.
A las 12, todos se sentaron a desayunar.
Jorge se sentó al lado de Yoli, con la que estuvo tonteando todo el desayuno. Antúan estaba entre Helena y Rocío. Al lado de Rocío estaba Darío, al lado de éste Cleo y Javi entre Yoli y Cleo. Diego fue el  último en bajar. Cleo le observó todo el rato, pues quedaba una silla al lado de Helena y ella pensaba que no se sentaría, pero todo ocurrió justo al contrario. Diego se sentó al lado de su novia, intercambiaron sonrisas y posteriormente sus labios se juntaron.
Alucinando, Cleo, agachó la cabeza y empezó a comer los huevos que había en su plato. Ante la ausencia de Omar, Yoli fue la primera en preguntar.
-¿Y Omar, no va a bajar a desayunar?
-¿Es verdad?-dijeron Javier y Jorge al mismo tiempo.
Darío agachó la cabeza y en un tono muy bajito dijo:
-Omar ha muerto.
Las caras de asombro de todos los compañeros no tardaron en llegar.
-Sí, anoche le encontramos descuartizado en una de las orillas del lago-añadió Helena.
-¿Pudisteis salir?-dijo Jorge.
-No, es una larga historia que no nos apetece contar a ninguno.-dijo Rocío.
-¿Cómo? ¿Tú también lo sabías y no me habías dicho nada?-preguntó Antúan a su novia.
-Sí, cuando baje a por el vaso de agua. Me encontré a Darío en el suelo y nos contó que Omar estaba desnudo en su cama, pero que su cama estaba llena de cuchillas y que alguien había clavado su cuerpo allí. Lo raro fue que cuando nos dirigimos Cleo, Helena  y yo a la habitación de Omar todo estaba como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, Helena abrió la ventana y entonces vimos la cabeza de Omar por un lado, el cuerpo por otro, los brazos por yo que sé dónde…
Entre sollozos Yoli preguntó que si era una broma, pero las caras de Cleo y Helena, lo decían todo. Ésta se tiró al suelo, se llevó las manos a los ojos y empezó a llorar descontroladamente. Instantáneamente Jorge la abrazó y la besó en la frente.
El único que no parecía muy sorprendido era Diego, que enseguida fue percatado por Darío.
-Diego, ¿no se te ve muy preocupado? ¿o me equivoco?
-¡Ya tengo bastante con lo mío!-contestó Diego con un tono grotesco.
-Ya… Pero ya van dos muertes, y todo parece llevarnos a un asesinato. Primero: no fue casualidad que Omar se encontrara en la habitación de Ángela un mensaje dirigiéndose hacia él y lo que es más grave, avisándole de su muerte. Muerte que por lo que vemos se ha llevado a cabo…-dijo Darío que acusaba a Diego de todo lo sucedido.
-¿Estás insinuando que soy un asesino?
A continuación Diego dio un golpe a la mesa, a la que rompió el cristal y entre portazos y portazos se fue a su habitación.

jueves, 15 de enero de 2015

CAPÍTULO 5 DE "ENSÉÑAME A PENSAR"

CAPÍTULO 5
“Serás el siguiente”
Darío cerró las puertas de la habitación de Omar dando un portazo. Se sentó al lado de su amigo y le dio una palmadita en la espalda.
-Venga tío. Tienes que animarte. Sabemos que te encantaba Ángela, pero…
-Es que no puedo, es una puñetera injusticia. ¿Por qué a ella?
A continuación, Omar indignado dio un fuerte golpe al edredón y al quitar la mano, Darío vió como su amigo empezó a chorrear sangre.
-¡Mierda! Ahí había algo puntiagudo y se me ha clavado. ¡No puedo mover la mano!
-¡Rápido! ¡Omar, quita la sábana y enróscatela a la mano! ¡Enseguida vengo yo con hielos!
Apresuradamente y corriendo, Darío bajó a la cocina, donde estaban Rocío y Antúan besándose y por su aspecto, parecía que estaba empezando a subir demasiado la temperatura entre ellos dos.
Darío al entrar y ver aquella situación tan desagradable para él, se disculpó ante ellos y les explicó lo que había pasado minutos antes con Omar, éstos le comprendieron y decidieron abandonar la cocina para que con tranquilidad y sin ver ninguna situación que a Darío le incomodara pudiera coger los hielos y llevárselos a su amigo, sin necesidad de ponerse aún más nervioso.
Darío abrió la nevera sin darse cuenta que los hielos estaban en el congelador y acto seguido subió a la habitación de Omar y al llegar allí, Omar  le dijo que en la nevera no había hielos. Omar sonrió y entre risas le dijo a Darío que el hielo se encontraba en el congelador, no en la nevera. Darío se echó las manos a la cabeza y volvió a bajar a la cocina a una velocidad enorme.
Cuando regresó a la cocina, no encontraba el congelador. Sentía que alguien le estaba espiando, empezó a tener miedo, demasiado. De repente se cayó un vaso.
-¡Ups! Perdona, no quería asustarte
Al caer el vaso, Darío se había asustado y le había entrado el tembleque.
-Ro… Ro… ¿Rocío? ¿Tú no estabas antes, aquí con Antúan dándote el lote?
-¡Exacto! Besándome. Hasta que ha venido alguien… Recuero que su nombre era Darío… ¡Y nos ha cortado el rollito!-dijo Rocío acercándose a Darío con una mirada amenazante.
Darío  fue echándose para atrás, hasta que se dio con el pico de la campanilla que había para echar al exterior los humos.
-Perdonadme, no era mi intención. Como os he dicho antes Omar se ha clavado algo de la cama y no le paraba de salir sangre.
-El congelador está ahí-le dijo Rocío señalándole arriba del frigorífico.
-¿Esto es un congelador? ¡Yo pensé que se llamaba frigo!- dijo Darío que tenía una cara de asombro al descubrir que lo que estaba incorporado encima del frigorífico se llamaba congelador.
-Sí, Omar, sí. Algunas veces, pienso como he podido estar contigo, total siempre has sido el mismo idiota.
-Mira Rocío ¡Déjame en paz!
Darío cogió un par de hielos para su amigo e hizo intención de salir porque antes de que lo hiciera, Rocío llamó su atención con una pregunta.
-¿Te sigo gustando?
Darío sobresaltado, no quería ni contestar ni darse la vuelta para que Rocío no sospechara nada de lo que él aún sentía. Rocío le volvió a repetir la pregunta por si Darío no la había entendido o por si no la había escuchado.
-Darío, ¿te sigo gustando?
Darío se vio obligado a darse la vuelta y por lo menos contestar.
-Sí pero ya veo que a ti eso no te importa.-la contestó éste dirigiéndose a ella con despecho.
Rocío no se esperaba que Darío fuese capaz de responderla y menos que fuera tan directo y sincero. Se quedó sin palabras y dejó que éste se fuera. Cuando la pobre chica reaccionó, fue corriendo hacia las escaleras donde allí se encontraba Darío que iba a comenzar a subirlas.
-¡Espera!-dijo Rocío dirigiéndose a Darío.
El joven se dio la vuelta y mirándola la dijo:
-¿Qué quieres? ¿Acaso no te ha quedado claro?
-No, no es eso. Quiero decirte que…
Sin que Darío se diera cuenta, Rocío le había cogido la cabeza y había dirigido sus labios a los suyos,
Inmediatamente, Darío se alejó de Rocío y la dijo:
-¿Pero tú de qué vas? ¡Déjame! ¡No quiero tener problemas con el drogadicto de tu novio!
Darío se marchó y subió las escaleras más deprisa de lo que lo había hecho antes, pero consiguió oír que Rocío le dijo:
-¡Tú a mi novio no le insultas! ¡Asqueroso!
Cuando Darío llegó a la habitación de Omar, se le cayeron los hielos del asombró. Su gran amigo estaba tumbado en aquella cama, desnudo, con los pies abiertos y las manos también, en la posición del hombre universal de Da Vinci y lleno de sangre por todos los lados. Apenas podía divisar a Omar, alguien había quitado todo el colchón y había introducido a su amigo en aquellas punzantes cuchillas que estaban por toda la cama. Alguien había matado a su amigo como lo hacían en la Edad Media, de la manera más horrible. Empezó a vomitar, no fue capaz de reaccionar ante los nervios que tenía y casi al borde de las escaleras cayó desmayado al suelo. Seguidamente, en apenas 30 segundos llegó Rocío y al ver desmayado a Darío en el suelo pidió auxilio a voz limpia. Enseguida Cleo y Helena se despertaron y acudieron al grito de Rocío. Cleo al ver a Darío tirado en el suelo empezó a llorar desconsoladamente, las 3 creían que Darío estaba muerto, pero éste abrió los ojos y volvió en sí.
Cleo, Rocío y Helena se alegraron de que Darío se encontrara bien. Ninguna se había percatado de Omar hasta que Darío les señaló la puerta de la habitación de Omar. Las tres accedieron a aquella sala y cuando llegaron no había ni rastro del cuerpo de Omar. Indignadas, fueron a decirle a Darío que las dijera porque las había mandado a la habitación de Omar si allí no había nada, éste al escucharlas, las dijo:
-¿No hay nada? ¿Pero si acabo de estar yo hace un momento y estaba Omar tumbado en su cama y su cuerpo estaba clavado en las cuchillas que tenía la cama?
Cleo y las demás le miraron con cara de sorpresa, ya que no habían visto nada de nada.
Darío insistió y acompañado de ellas fue a la habitación de Omar donde se verifico lo que ellas decían.
La habitación de Omar estaba perfecta, con la cama hecha y todo en orden.
Darío como un loco empezó a quitar las sábanas para ver si tenían sangre, pero no encontró nada de sangre. También desnudó la cama y no había rastro de cuchillas. Se llevó las manos a la cabeza y empezó a gritar el nombre de su amigo, pero no obtuvo respuesta. Cleo intentó calmarle, le sentó en la silla que había y con sus palabras le logró tranquilizar.
Cuando Darío estuvo un poco  más tranquilo, les contó lo que él había visto pero lógicamente ninguna de las 3 se creyó su historia.
Al ver que le estaban tomando por loco, las preguntó:
-¿Me podéis decir donde esta Omar? ¿Por qué no está aquí?
En eso los cuatro estaban de acuerdo, no había ni rastro de Omar por toda la casa.  Helena notó un mal olor en el cuarto y decidió abrir la ventana.
Helena gritó.

Señaló por la ventana y Darío, Rocío y Cleo fueron corriendo a mirar. Efectivamente, Omar estaba muerto, se encontraba en una de las enormes piedras de aquel lago, su cuerpo estaba descuartizado. 

viernes, 9 de enero de 2015

Capítulo 4 de Enséñame a Pensar.

CAPÍTULO 4
“Enséñame a pensar”
Omar, del susto, gritó. Todos y cada uno del resto del grupo acudieron instantáneamente a ver lo que había ocurrido. Todas las caras de los compañeros fueron idénticas a la de Omar. Efectivamente, el cuerpo de Ángela estaba allí tirado en el suelo de la habitación que ella había elegido, a su alrededor había un charco de sangre. Omar se acercó lentamente hasta donde se hallaba el cuerpo de Ángela. Se agachó hacia donde Ángela se encontraba, la cogió la mano, la tomó el pulso.
-¡Está con vida! ¡Llamad corriendo a una ambulancia!
-Omar, no podemos. No funciona ningún aparato móvil.-dijo Yoli que al igual que muchos de los demás estaba llorando.
-Joder… Angy se está muriendo y ¿no pensáis hacer nada?
Omar estaba muy cabreado, veía como Angy no volvería a sonreírle.
-¿Qué hacemos?-gritó muy fuerte éste.
Por unos instantes los ojos de Ángela se abrieron y Omar a provechó para preguntarla si se encontraba bien y qué la había pasado.
Ángela sin fuerzas para hablar le dijo:
-Gracias Omar, contigo valía la pena ser feliz.
Las lágrimas de Omar no cesaban de correr por sus suaves mejillas.
-No puedes irte Angy, no puedes.-repetía una y otra vez aquel joven chico dolido.
Las últimas palabras que Angy le dijo a Omar fueron:
-Omar, me enseñaste a pensar cuando menos sabía, y pensaba mientras me enseñabas. Te quiero. No lo olvides. Enséñame a pensar.
Sus labios y su boca se cerraron para siempre. Angy se fue, para siempre. La muerte se apoderó de su corazón y se llevó su alma.
Omar, destrozado, empezó a gritar repitiendo siempre las mismas palabras: Por qué Dios, por qué. Agarró el cuerpo sin vida de su Angy y se posó sobre su corazón y mirando a sus compañeros dijo:
-No funciona, su corazón ya no late.
Muchos de ellos, mayoritariamente los chicos, se acercaron a él para consolarle; los demás decidieron llorar por su cuenta: unos se quedaron a los pies del cuerpo de su amiga y otros se encerraron en sus habitaciones y empezaron a dar golpes. Aquella noche fue demasiado larga para todos aquellos, las horas no terminaban parecía que el reloj se había parado. Todos se pusieron de acuerdo para bajar al salón de aquella casa y pasar la aquella noche tan dura alrededor de la chimenea. El silencio acompañado de los llantos ocuparon  gran parte de la noche.
Aquel silencio del que os hablaba se acabó cuando Javi, hizo aquella pregunta que hizo de esa noche aún más horrible.
-¿Creéis que se ha suicidado?
Omar se abalanzó inmediatamente sobre Javier y le empezó a pegar.
-¡No vuelvas a decir eso, imbécil! ¿Me has oído?
-Darío y Antúan fueron corriendo a separarles porque Javier también empezó a pegarle.
-¡PARAD!-dijo Yoli.
-Parecéis tontos. No sabemos lo que la ha pasado, y Omar, es normal que Javi se haga esa pregunta. Todos nos la estamos haciendo.-dijo Helena que era la menos afectada por la situación porque con Ángela no se llevaba bien.
-Yo paso… Me marcho a  mi cuarto. Panda de sinvergüenzas.-dijo Omar.
Cleo le intentó detener pero aconsejada por Jorge, no le insistió.
Omar subió lentamente cada escalón de aquella interminable escalera y antes de llegar a su habitación, pasó por la habitación donde todavía se encontraba el cuerpo de Angy. Entró, se tumbó en la cama de allí, cerró los ojos y empezó a recordar la tarde tan bonita que había pasado junto a ella, aquel besó que le dio… Era inevitable que Omar no pudiera llorar, lo hacía sin parar. Cuando abrió los ojos, miró hacia el techo. En el techo había un mensaje, no muy bonito, y estaba escrito con sangre. Se podía leer:
“Serás el siguiente”
El chico, al ver aquello, se levantó corriendo de la cama y a la velocidad de la luz llegó al salón donde todos estaban. Algunos ya se habían quedado dormidos y se despertaron.
Omar sin apenas aliento, alertó a todos ellos de la situación.
-Angy no se ha suicidado. ¡La han matado!
-¿Quieres dejar de decir payasadas?-dijo Diego que se había despertado y estaba de mal humor.
-No son payasadas, es la verdad. Acabo de entrar en su cuarto y…
-¿Y qué?-preguntó Helena.
-En el techo está escrito con sangre que yo voy a ser el siguiente en morir.
Al oír aquella frase todos se levantaron del asombro.
-Omar, ¿estás oyendo lo que estás diciendo?-dijo Cleo que estaba un poco indignada con las palabras de éste.
-Cleo, tiene razón ¡Eso qué has dicho es muy fuerte!-dijo Darío, que al terminar esta oración Cleo le se puso colorada como un tomate al ver que éste la daba la razón.
-¿Es que no me creéis?-dijo Omar un poco cabreado.
-Yo sí que le creo- dijo Antúan
-Yo también-dijo Rocío.
-Venid todos y comprobáis lo que yo os he dicho-añadió Omar y señaló a las escaleras.
Los once se dirigieron hacia la habitación de Ángela. Rocío nerviosa, agarró fuerte a Antúan y vio como Darío le echó “un mal de ojo”. Al llegar a aquella habitación, ninguno de los once, incluido Omar, que aunque ya lo había visto seguía impresionado, ninguno daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Como bien había dicho Omar minutos antes, en el techo de ese cuarto se podía leer claramente:
“Serás el siguiente”
Todos se miraron, desde aquel momento ya ninguno de ellos confiaba en nadie de los de alrededor.
-¿Quién de nosotros ha matado a Ángela y ha puesto eso en el techo?-gritó Yoli que estaba cabreadísima.
-Eso, o que alguien nos quiere matar-añadió Darío.
-¿Estamos tontos, o qué nos pasa, de verdad? Cómo pensáis que alguien nos quiere asesinar o que uno de nosotros somos un asesino.-dijo Sara que no se creía nada de lo que sus ojos veían.
-No sé, pero aquí algo está muy claro. Angy ha sido asesinada.-dijo Omar.
-¡Tú estás pirao! ¿Cómo puedes decir eso? A Ángela lo que la pasa es que no soportaba más la vida y se ha quitado ella misma la vida. ¡No ves que se ha cortado las venas!-dijo Antúan insinuando a Omar que Ángela se había quitado la vida.
Cuando Antúan terminó sus palabras, Omar le enganchó de la camiseta y le acercó a la pared.
-¡No vuelvas a decir eso! ¿Me oyes, imbécil?  Angy no se ha suicidado. ¡La han matado!
Mientras Darío se reía de aquella situación, Rocío acudió a separar a los dos hombres que por poco llegan a las manos.
-¡Basta!
Inmediatamente Omar y Antúan se separaron.
Omar a buen paso, se acercó  donde dejaron a Ángela y la cogió una mano.
-Sí, todo apunta a un suicidio. Pero cuando vine yo no había ni rastro de cuchillos, ni de cristales, ni de ningún objeto con el que se hubiera podido cortar. Y busqué por toda la habitación.-dijo Omar.
-Quizás Omar tenga razón y… no sea un suicidio…-dijo muy dubitativa Helena.
-¡Estoy convencidísimo de que la han matado! Angy nunca haría nada de eso.-dijo Omar que después de decir estas palabras se marchó corriendo a llorar a su cuarto.

Diego pronunció las últimas palabras de la noche y seguidamente todos se fueron a dormir, excepto Darío que fue a la habitación de Omar a consolarle. El día siguiente fue aún peor.

martes, 6 de enero de 2015

Capítulo 3 de "Enséñame a pensar"

CAPÍTULO 3
“El comienzo del fin”
Todos se acomodaron en sus habitaciones y quedaron a las 8 y media para hacer la cena.
Omar cuando terminó de deshacer su maleta y colocar la ropa en aquellos armarios a los que les faltaban trozos de madera y no cerraban; decidió ir a ver a Ángela, para intentar hablar con ella y tranquilizarla un poco.
Llamó a  la puerta.
-¿Puedo pasar?
-¿Quién es?
Ángela contestó pero su voz no era la de siempre, todo apuntaba a que había estado o estaba llorando.
-Soy yo, Omar. ¿Puedo entrar?
-Espera un momento, ahora te abro.
Desde la parte de fuera a la habitación de Ángela, se oyó como se metió en el baño que cada habitación tenía y dio el grifo. No tardo nada en abrir a Omar.
-Cierra, no quiero ver a ninguno de esos.
-Vale, tranquila.
Omar cerró la puerta y se sentaron en la cama de aquella habitación.
Hacía muchísimo frío, y Ángela tenía la ventana de la habitación abierta. Y Omar la preguntó:
-¿Por qué tienes la puerta abierta con el frío que hace?
-Necesitaba darme un aire y tenía mucho calor.
Omar se levantó y cerró la ventana.
-¿Qué te pasa Angy?
Omar pasó sus manos por la espalda de ésta y posó su mano en la parte izquierda de su cintura.
-No puedo más. No aguanto a esta mierda de grupo. Esta casa es una mierda y todo por culpa de Sara, os dije que sería mejor la otra casa que aunque costara más no iba a ser como esta.
-Angy, tan poco esta casa es tan mala.
Cogió con sus dos manos y agarró los labios de ésta, la dibujo una sonrisa en la cara.
-Esta sonrisa es la que tienes que tener siempre, no tienes que enfadarte por todo. Va a ser solo un fin de semana y con éstos ya verás que bien no lo pasamos.
Cuando Omar retiró sus manos, Ángela sonrió.
-No me sonrías así, que me pones nervioso.
Le agarró de la sudadera y le llamó Tonto.
Sin darse cuenta, los dos se pusieron a jugar como niños pequeños, se pasaron todo el rato riendo, pegándose con los cojines.
-Bueno Angy, yo ya me voy que tengo que ayudar en la cocina.
Cuando Omar estaba llegando a la puerta, ésta le detuvo, le agarró del brazo derecho y le besó.
-Gracias Omar.
Omar se quedó en estado de shock y sin pensar la respuesta, respondió con un Gracias.
Ésta sonrió y le ayudo a abrir la puerta.
-Haz una buena cena.
Ángela se quedó en su habitación y Omar con una sonrisa de oreja a oreja bajo a la cocina.
En la cocina apenas había gente. Únicamente estaba Darío, Cleo y Javier. Omar preguntó dónde se hallaba el resto y Cleo le contestó que estaban en las habitaciones y que unos estaban dándole a lo de siempre y los otros fumando en la última habitación.
-Bueno pues ajo y agua ¿no?-dijo éste intentando hacer creer a los demás que no le importaba que ninguno del resto colaboraran en la cena.
-Parece ser…-dijo Darío.
A Darío eso de que los demás no hubieran bajado a cenar no le hizo ninguna gracia, pero Cleo le intentó calmar.
-Cómo alguno se queje de que a la comida la falta algo… ¡Se come mis puños!
-Tranquilízate Darío. Luego, en la cena, les llamamos la atención.
-Darío tiene razón, se podían dejar los besos para cuando no estemos todos juntos y les pienso tirar los paquetes de tabaco a la basura.-dijo Javier.
-Omar se te ve muy feliz, se ve que la charla con Ángela te ha sentado bastante bien.- le dijo Cleo.
Omar se puso colorado y no contestó.
-Otro que también pincha hoy.-le dijo Javier al mismo tiempo que le dio un golpecillo en la espalda.
-Dejadle al pobrecillo.-dijo Darío.
El tiempo en la cocina les dio para hablar un buen rato de todos.
-¿Sabéis que Yoli no fuma? ¿Y que solo fuma cuando está con Jorge?-dijo Cleo
-¿A no? Pues cualquiera lo diría.-la respondió Javi.
-No Javi, no. Solamente fuma para pasar más tiempo con Jorge.
-¡Menudo beso se han pegado hace un ratillo en el hall! -dijo Darío.
-¿Enserio que se han besado?-preguntó Cleo.
-Entre jueguecito y jueguecito, como que no quiere la cosa, Yoli le ha pegado un morreo que le ha dejado a Jorge sin palabras.-la contestó Darío.
Hablaron de muchos temas más. Cuando por fin la cena estaba lista, llamaron a todos los demás.
En menos que cantaba un gallo, ya estaban la mayoría  en la mesa de aquel salón comedor que era antiquísimo pero de unas dimensiones impresionantes. La única que no había bajado, fue Ángela. El único que la echó en falta fue Omar, los demás no se acordaron de ella.
-¿Por qué no ha bajado todavía Angy?-preguntó Omar.
-Es verdad, falta Angy.-respondieron todos los demás.

Omar subió corriendo a llamarla. Cuando llegó a la habitación de Ángela, ésta no le contestaba. Insistió e insistió y al ver que no recibía ninguna respuesta, dio una patada a la puerta la tiró y al ver aquello se llevó las manos a la cabeza.